domingo, 29 de abril de 2012

Déjà vu

Esa sensación de abrazar a un amigo y no saber ni dónde, ni cuándo ni cómo lo vas a volver a ver, ni siquiera saber si lo vas a volver a ver... eso me jode la vida.

Si se enteraron o no, no lo sé, pero fuimos y volvimos de Venezuela. Fueron 10 días, sólo 10 días.

De antemano les aviso, si no tienen tiempo, les da ladilla o no son buenos leyendo largos textos (y posiblemente desordenados), este es el momento de que cierren esta ventana.

Yo habia pensado dejar pasar unos días y esperar que los sentimientos decantaran un poco. Pero creo que voy a plasmar mejor lo que siento ahora, así, fresco. Y la decantación dará para otra entrada.

La cosa empezó mal, tuvimos que volar por Delta después de jurar que mas nunca en la vida volaríamos por esa aerolínea, después que nos hicieron la vida miserable durante nuestra luna de miel. Sin embargo y en honor a la verdad, viajamos perfectamente, sin complicaciones y hasta llegamos adelantados en un par de vuelos.

Tan adelantados llegamos que nos tocó esperar a mis padres que nos iban a buscar al aeropuerto. El SENIAT, guardia nacional y demás cachilapos aeroportuarios decidieron dejar la ladilla para otro dia. Solo nos abrieron una maleta, en EEUU y todo llegó perfectamente.

Después de casi 20 meses en Canadá, debo decir que aún a mi, la conducción venezolana me dejó en pánico. Y yo confieso que era uno de esos locos que corría como loco y manejaba como loco (Sé que varios lectores ahora mismo se están riendo). Pero definitivamente nuestro viaje Maiquetía - San Antonio de los Altos fue cagante... Con los días nos fuimos acostumbrando, pero como primera impresión fue un shock.

Llegamos a casa de mis padres. Algunos cambios se han dado en la distribución de la casa, lo que la hace mas grande y mejor organizada. Ahora la nonnina tiene un cuarto en la casa y hay un cuarto de invitados. La verdad me gustó mucho ver la vuelta que le han dado al uso de los espacios.

La primera noche se diluyó en una conversación que nos llevó hasta pasada la medianoche.

Fueron días intensos. Familia, tratando de hablar lo mas que pudimos, de visitar y recontactarnos lo mas que pudimos, de resolver la mayor cantidad de diligencias burocráticas que pudimos en tan pocos días hábiles. Al final logramos vernos con muchos de nuestros cariños. Yo logré ver a mi abuela! Después de eso, lo demás fue ganancia...

Al final y después de vernos con tanta gente, la sensación fue que nos faltó tiempo para poder compartir con todos y cada uno mas tiempo. La constante fue el tiempo escapándose de nuestras manos sin remedio.

Historias de amor, historias de crecimiento, historias de envejecimiento, historias de violencia, historias de miedo, historias de superación... Me traje miles de historias, cada una de ellas única, inspiradora, aleccionadora.

Al final de esta visita, saqué varias conclusiones que voy a tratar de explicar aquí.

Lo primero que me pasó por la mente al tratar de sacar una conclusión fue una especie de regocijo enmascarado en tristeza. Me alegro de haber tomado la decisión de venir a Canadá y si en algún momento hubo espacio para el arrepentimiento en el mediano plazo (que jamas lo hubo, pero suponiendo), todo eso se extinguió. Pero esa alegría o tranquilidad viene matizada al ver que el hecho de yo no haberme equivocado implica que la gente que me quedó allá está peor.

Ver como de manera voluntaria (y sin alternativa) los ciudadanos renuncian a sus derechos en pro de tratar de escapar a la violencia es opresivo. "Es parte de la dinámica país" me explicaba alguien. Y tiene razón, eso forma parte del día a día del venezolano de a pie. Pero esa realidad no hace menos grotesca la forma que el gentilicio venezolano renuncia a su derecho de circular, vestir, usar y hasta decir, lo que quiera.

"... los tres minutos mas angustiantes de mi día son cuando espero que el portón de mi edificio se esta abriendo" me explicaba una amiga después de explicarme como es que ella no hace nada que no sea ir del trabajo a la casa y viceversa y una que otra salida ocasional para comprar víveres.

Reviví y repetí tantas veces lo que ya hace tiempo escribí: "...nadie sabe lo que es vivir con miedo, hasta que lo pierde". Y es que el miedo en Venezuela es sustantivo.

Lo siguiente que llegó a mi mente en busca de conclusiones fue dolor. Esta visita fue desgarradora. Dejé en Venezuela dos grupos de personas. Aquellos que aislados de su entorno, se hacen de la vista gorda, se protegen como mejor pueden y siguen adelante como mejor pueden porque su entorno les permite mantener su status quo mas o menos inalterado. Luego están aquellos que asfixiados por su entorno, dejan de pelear cual presa estrangulada por una boa constrictora y siguen adelante lo mejor que pueden por un camino que parece mas bien una caída libre al fondo de un abismo que dada su profundidad, no se deja ver aun. Y duele. Duele mucho. Esa sensación de abrazar a un amigo y no saber ni dónde, ni cuándo ni cómo lo vas a volver a ver, ni siquiera saber si lo vas a volver a ver... eso me jode la vida.

Y es que en Venezuela, si llegas a la conclusión que estas en el hueco, tienes que saber que estas en una caída libre y que cada día estas más abajo, ergo, con menos posibilidades de surgir.

Lo último que llegó a mi mente, fue un déjà vu... Ver como todo el aparato productivo esta parado "esperando a ver que pasa". Ver como todas las señoras como mi mamá se repiten a sí mismas que hay que "esperar a ver que pasa" el 7 de Octubre. Escuchar gente joven argumentar con hechos o sueños que esta elección es diferente (y ojo, no se tome esta frase como un juicio de valor, solo describo lo que escuché), que "esta vez si llevamos chance" y por último concluir el paseo pre electoral diciendo "es que la Venezuela del 8 de Octubre si gana Chavez, va a ser una Venezuela diferente, porque ahi si que la cosa no va a cambiar nunca"... Y yo en mi mente solo recuerdo a la Venezuela del 2006, donde con frases diferentes, con mas cacerolas y menos MUD, la gente se repetía a sí misma que las cosas iban a cambiar, que ese año 2007 si iba a ser bueno, que el gobierno iba a caer y como todo iba a volver a ser bueno y todo el mundo estaba " esperando a ver que pasa".

Si llegaron hasta aquí no me queda mas que agradecerles su paciencia y desearles a todos que tengan el mejor dia posible.

Un beso y un abrazo,

Gian Carlo